Si hay algún jugador que no logra encajar de ninguna manera en el FC Barcelona, este es Antoine Griezmann. El delantero francés llegó en verano de 2019 procedente del Atlético de Madrid con el cartel de estrella, pero en su primera temporada como culé no consiguió satisfacer las expectativas que había despertado su llegada. De cara a su segundo curso en el Camp Nou, se esperaba que, con más rodaje en el equipo, lograse ser un jugador determinante.

Sin embargo, su inicio de curso ha sido decepcionante, con actuaciones todavía más grises y discretas que las de la temporada pasada. Empezó como extremo derecho y, tras no funcionar, se quedó en el banquillo en un partido tan importante como el Clásico del Camp Nou contra el Real Madrid. Volvió con ánimos renovados ante la Juventus, cuajando un buen partido, y contra el Alavés, marcando un gol, pero contra el Dinamo de Kiev tocó fondo.

Corría el minuto 7 cuando a Antoine Griezmann le cayó un balón a un metro de la portería con el cancerbero del equipo ucraniano totalmente vencido. El delantero francés solamente tenía que poner la bota para marcar su por segundo partido consecutivo, pero no le pudo salir peor: quiso ajustar demasiado y falló estrepitosamente. Un error que le atormentaría durante el resto del partido.

Tras su fallo garrafal, Antoine Griezmann desapareció completamente del terreno de juego. Ni siquiera ofreció el despliegue que siempre suele dar y que le salva de la quema en múltiples ocasiones. Esa ocasión desperdiciada en el inicio del encuentro pareció chuparle toda la energía: apenas dio 12 pases y no intervino en la producción ofensiva. Acabó sustituido por Ousmane Dembélé en el minuto 60.

El de Antoine Griezmann empieza a ser un caso preocupante. Su llegada costó 135 millones de euros pero su rendimiento hace dudar de si tendría tantas oportunidades de jugar si su precio no hubiese sido tan alto. A día de hoy parece que, juegue quien juegue en el equipo de Ronald Koeman puede aportar más que el francés. Pedri, Ousmane Dembélé o Francisco Trincao son competencia directa y si el galo no despierta, puede perder definitivamente su puesto.

Con Francia sí funciona

La próxima semana, hay parón de selecciones internacionales. Algo que significa que Antoine Griezmann viajará con la selección francesa, en la que supuestamente sí saben dónde hacerle jugar para sacarle el mejor rendimiento. Sin embargo, los fallos garrafales que comete cuando viste de azulgrana parecen estar lejos de la influencia que el seleccionador 'bleu' Didier Deschamps puede ejercer sobre él y cerca de su propia cabeza.