Nico González tiene 19 años en el DNI pero al parecer, unos 45 en el fútbol profesional. Al menos eso debe pensar Koeman, que teniendo en la plantilla a jugadores como Pjanic y Riqui Puig, algo más rodados, prefiere darle galones y peso al canterano tal como ha demostrado en los compromisos ligueros que se han disputado.

Ante la Real Sociedad el partido estaba resuelto y el holandés vio la oportunidad de exhibir a los chicos, pero Nico entró como si fuese una final de Champions empatada a cero en el 90, más por calidad que por intensidad. Se desenvolvió muy bien y demostró tener algo de madera para esto del fútbol.

Pasamos a un duelo complicado como el que presentó el Getafe. El Camp Nou no estaba lleno pero seguro era un aliciente mayor para Nico jugar con el primer equipo ante más de 15 mil personas en el estadio del club de sus amores. Nada de eso influyó de forma negativa y de hecho, todo lo contrario.

Más calma aún que ante la Real Sociedad y mucho más personalidad que lo demostrado antes, porque apenas tuvo los pies en cancha comenzó a mostrarse para repartir el juego con la cabeza puesta en los tres puntos, 16 minutos cortos que bastaron para una larga demostración de que si debe hacer una falta de las que exige Koeman, también puede.

Desde la pretemporada se puso los botines de la manera adecuada y le envió a Koeman el claro mensaje de querer formar parte del equipo, sin muchas declaraciones públicas o exigencias de cara a la temporada, el chico se puso a lo que sabe y muy bien que lo hace. Suficiente para que el entrenador lo tenga bajo la lupa.

Encaja en todo

Lo más importante es lo futbolístico pero actualmente, también lo económico. Y hasta en eso va de la mano con el club. No sabemos si el próximo año tendrá algún delirio por más dinero, ser titular inamovible o alguna otra cosa, pero por ahora el mediocampista se planta en el vestuario y en el campo, dispuesto a mancharse de barro o vestir de cirujano, lo que necesite el equipo.